En las profundidades del Mar Mediterráneo yace desde hace 2,500 años la Estatua de Medusa, descubierta en la región oeste del Mar Libio, entre Grecia y Egipto.
La complejidad de su rescate radica en la fragilidad acumulada durante milenios bajo el agua; cualquier vibración o manipulación, por más leve que sea, podría ocasionar daños irreparables al intentar llevarla a la superficie.